Propagar las Buenas Noticias de salvación es una de las principales misiones de la Iglesia De Cristo:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado.” (Marcos 16:15–16 Reina Valera 1960)
“Y ahora, la palabra del Señor está siendo anunciada, partiendo de ustedes a gente de todas partes, aun más allá de Macedonia y Acaya, pues adondequiera que vamos, encontramos personas que nos hablan de la fe que ustedes tienen en Dios. …” (1 Tes.1:8 Nueva Traducción Viviente)
Ya sea por acercamiento interpersonal o a través de los medios de comunicación, llevamos a cabo esta obra sagrada con un sentido de urgencia, sabiendo que es solo cuestión de tiempo antes de que el mundo llegue a su terrible fin (Sof. 1:14, 18; 2 Ped. 3:7, 10; Mat. 24:3, 33, 6–8 La Biblia de las Américas).
Se espera que todos, desde los miembros más recientes hasta los que ya lo han sido por mucho tiempo, hagan su parte en compartir el evangelio. Esto no es algo nuevo. Los miembros de la Iglesia De Cristo durante el primer siglo también trabajaron juntos en la propagación del mensaje de salvación de Dios: “Y te pido a ti, mi fiel colaborador, que ayudes a esas dos mujeres, porque trabajaron mucho a mi lado para dar a conocer a otros la Buena Noticia. Trabajaron junto con Clemente y mis demás colaboradores, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.” (Fil. 4:3 NTV)
Ayudar a propagar las Buenas Noticias es un santo esfuerzo. Nosotros mismos nos beneficiaremos de nuestra participación entusiasta y de los sacrificios que hagamos en esta obra de compartir nuestra fe. El apóstol Pablo nos asegura de que los nombres de aquellos que ayudan a los ministros en propagar las Buenas Noticias “están escritos en el Libro de la Vida.”